El poder curativo de los preceptos Budistas
El Buddha fue como un doctor, tratando las enfermedades espirituales de la raza humana. El camino de práctica que enseñaba era como una terapia para el sufrimiento de corazones y mentes. Esta manera de entender al Buddha y a sus enseñanzas data de los primeros textos, y también es muy actual. La práctica de la meditación budista a menudo se publicita como una forma de curación, y bastantes psicoterapeutas recomiendan que sus pacientes prueben la meditación como parte de su tratamiento.
Después de varios años de enseñar y practicar meditación como terapia, sin embargo, muchos de nosotros hemos encontrado que la meditación por sí sola no es suficiente. En mi experiencia personal, he encontrado que los meditadores occidentales tienden a afligirse más con una cierta desolación y falta de amor propio que cualquier asiático al que alguna vez haya enseñado. Sus psiques están tan lastimadas por la civilización moderna que carecen de la resistencia y la persistencia necesarias antes de que las prácticas de concentración y entendimiento sean en verdad terapéuticas. Otros maestros han notado este problema y también, como un resultado, muchos han decidido que el camino budista es insuficiente para nuestras necesidades particulares. Para compensar esta insuficiencia han experimentado con modos de complementar la práctica de la meditación, combinándola con cosas como el mito, la poesía, la psicoterapia, el activismo social, saunas, rituales de aflicción, e incluso tambores. El problema, sin embargo, puede no consistir en que exista algún vacío en el camino budista, sino que simplemente no hemos seguido el curso completo de la terapia del Buddha.
El camino del Buddha consistía no sólo en atención, concentración y prácticas de introspección, sino también en virtud, comenzando con los cinco preceptos. De hecho, los preceptos constituyen el primer paso en el camino. Existe una tendencia en Occidente a desestimar los cinco preceptos como las reglas de la Escuela dominical atadas a viejas normas culturales que ya no son aplicables a nuestra sociedad moderna, sin embargo, esto pasa por alto el papel que el Buddha quiso para ellos: son parte de la terapia para mentes heridas. En particular, están dirigidos a la curación de las dolencias que son la base de la baja autoestima: la lamentación y la negación.
Cuando nuestras acciones no dan la talla a ciertas normas de conducta, nosotros (1) lamentamos las acciones o (2) nos enganchamos con una de las dos clase de negación, (a) negamos que realmente nuestras acciones realmente sucedieron o (b) negamos que las reglas de medición sean en realidad válidas. Estas reacciones se parecen a heridas en la mente. El pesar es una herida abierta, mientras que la negación se parece al tejido endurecido de una cicatriz trenzada entorno a un punto sensible. Cuando la mente está herida de esta manera, no puede instalarse cómodamente en el presente, ya que se encuentra descansando sobre la carne cruda y expuesta o nudos calcificados. Incluso cuando se ve obligada a permanecer en el presente, está ahí sólo de manera tensa, retorcida y parcial, y así las perspectivas sobre esto tienden a ser retorcidas y parciales también. Sólo si la mente está libre de heridas y cicatrices puede esperarse que se asiente cómoda y libremente en el presente, y dé lugar al discernimiento sin distorsión.
Aquí es donde los cinco preceptos intervienen: Están diseñados para curar estas heridas y cicatrices. El sano amor propio viene a cumplir con un conjunto de normas que son prácticas, bien definidas, humanas y dignas de respeto; los cinco preceptos están formulados de modo tal que proporcionen justo tal conjunto de normas.
Prácticos: Las reglas fijadas por los preceptos son simples -no matar de manera intencionada, no robar, no tener relaciones sexuales ilícitas, no mentir ni ingerir bebidas embriagantes. Es totalmente posible vivir de acuerdo con estas normas. No siempre es fácil o conveniente, pero siempre es posible. He visto los esfuerzos para traducir los preceptos en normas que suenen más sublimes o nobles -tomando el segundo precepto, por ejemplo, para significar el no abuso a los recursos del planeta- pero incluso las personas que reformulan los preceptos de esta forma admiten que es imposible vivir con ellos. Cualquiera que haya tratado con personas psicológicamente perturbadas sabe que muy a menudo el daño viene por haberles sido presentadas normas imposibles de vivir. Si usted puede darles a las personas reglas que puedan tomar un poco de esfuerzo y atención, pero posibles de sostener, su autoestima se elevará radicalmente a medida que descubren que en realidad son capaces de sobrellevar tales reglas. Entonces pueden afrontar tareas de mayor exigencia con confianza.
Bien definidos: Los preceptos están formulados sin “si...”, “y...” o “pero...”. Esto significa que ofrecen una guía clara, sin lugar para palabrerías o racionalizaciones que no sean honestas. Una acción se ajusta bien a los preceptos o no. Una vez más, las normas de este tipo son muy saludables para vivir. Cualquiera que ha criado niños ha encontrado que, aunque pueden quejarse de las reglas estrictas, en realidad se sienten más seguros con ellas que con aquellas que son vagas y siempre están abiertas a negociación. La buena formulación no permite que agendas tácitas entren furtivamente por la puerta de atrás de la mente. Si, por ejemplo, el precepto de no matar le ha permitido matar seres vivos cuando su presencia era inconveniente, esto colocaría a su convivencia en un nivel más alto que su compasión por la vida. La conveniencia sería su estándar tácito -y como es bien conocido, los estándares tácitos proveen de enormes extensiones de tierra fértil para la hipocresía y la negación para crecer. Si, sin embargo, mantiene las normas de los preceptos, entonces como el Buddha dice, usted proporciona seguridad ilimitada para la vida de todos. No existen condiciones bajo las cuales usted tomaría la vida de cualquier otra criatura viva, sin importar cuán inoportuna podría ser. En términos de los otros preceptos, proporciona seguridad ilimitada para sus bienes y sexualidad, y veracidad ilimitada y atención en su comunicación con ellos. Cuando encuentre que puede confiar en usted mismo en asuntos como estos, entonces ha ganado un sentido de amor propio sano sin lugar a dudas.
Humanos: Los preceptos son humanos tanto para la persona que los observa como para las personas afectadas por sus acciones. Si los observa, está alineándose usted mismo con la doctrina del karma, la cual enseña que los poderes más importantes que forman su experiencia en el mundo son los pensamientos intencionales, las palabras y los hechos que escogió en el momento presente. Esto significa que usted no es insignificante. A cada momento usted toma una decisión -en la casa, el trabajo, la diversión- está ejerciendo su poder en la formación actual del mundo. Al mismo tiempo, este principio le permite medirse en términos que están completamente bajo su control: sus acciones intencionales en el momento presente. En otras palabras, no le fuerzan a medirse en términos de su belleza, fuerza, inteligencia, valor financiero, o cualquier otro criterio que dependa menos de su karma presente y que es más consecuencia de su karma pasado. Tampoco disparan los sentimientos de culpa o le obligan a lamentar sus tiempos pasados. En cambio, enfocan su atención en la posibilidad omnipresente de cumplir con sus normas en el aquí y ahora. Si está viviendo con personas que observan los preceptos, descubrirá que los intercambios con ellos no son causa de desconfianza o miedo. Descubrirá que ellos consideran el deseo de su felicidad como el de ellos mismos. El valor que tienen como individuos no depende de situaciones en las cuales tiene que haber ganadores y perdedores. Cuando hablan del amor bondadoso que se desarrolla y la atención en su meditación, se ve esto reflejado en sus acciones. De este modo los preceptos promueven no sólo individuos sanos, sino también una sociedad sana.
Dignos de respeto: Cuando usted adopta un conjunto de normas, es importante saber qué normas son y ver de dónde provienen, porque, de hecho, usted se está uniendo a su grupo, buscando su aprobación y aceptando sus criterios de bien y mal. En este caso, no podría pedir un mejor grupo para unirse: el Buddha y sus nobles discípulos. Los cinco preceptos son llamados “criterios a los que apelan los nobles”. Lo que los textos nos dicen de los nobles es que son personas que no aceptan normas solamente sobre la base de la popularidad. Ellos han puesto sus vidas en línea para ver lo que conduce a la verdadera felicidad, y han visto por sí mismos, por ejemplo, que toda mentira es patológica, y que cualquier relación sexual fuera de una relación estable y comprometida no es segura a cualquier velocidad. Otra gente puede no respetarle por vivir de acuerdo con los cinco preceptos, pero los nobles lo hacen, y su respeto vale más que el de cualquier otra persona en el mundo.
Ahora bien, mucha gente encuentra consuelo al unirse a un grupo tan abstracto, especialmente cuando aún no han conocido a algún noble en persona. Es difícil tener buen corazón y ser generoso cuando la sociedad inmediata de su alrededor, en cambio, abiertamente se ría de aquellas cualidades y valora tales cosas como el poder sexual o las habilidades predadoras en los negocios. Aquí es donde las comunidades budistas pueden tener presencia. Sería muy útil si los grupos budistas manifiestamente separaran caminos del tenor predominantemente amoral de nuestra cultura y diesen a conocer de manera amable, lo que se valora entre sus miembros: el buen corazón y el refrenamiento. De hacerlo así, proporcionarían un medio saludable para la adopción a gran escala, el rumbo de la terapia del Buddha: la práctica de la atención y el discernimiento en una vida de acciones virtuosas. Donde tengamos semejantes entornos, encontraremos que la meditación no necesita del mito ni de las invenciones que la sustenten, porque la misma se basa en la realidad de una vida bien vivida. Puede mirar los estándares bajo los cuales usted vive, y luego inhale y exhale con comodidad –no como una flor o una montaña, sino como un adulto y un ser humano responsable. Porque eso es lo que usted es.
FUENTE:
THANISSARO BHIKKHU [en línea]. The healing power of the precepts . http://www.accesstoinsight.org/ftp/modern/precepts.html (26/09/2009)
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