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Mostrando entradas de junio, 2012

Sobre la libertad en J. Krishnamurti.

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Siempre creí , que cuanto uno más fuerza un grupo, una relación, genera una tensión interna, que se verá reflejada en algún tipo de sometimiento, derivado de una relación de poder sutil. Tarde o temprano algo se quebrará. Por ello en cada vínculo, uno elige cada día estar allí y no estar en otro lado. No es sencillo educar en la libertad. Ya que la libertad trae por añadidura la responsabilidad y el respeto por el individuo y su delicada integridad como sujeto. Si bien para Krishnamurti, ese yo es el que debemos aprender a suavizar, a ser espejo limpio de una atención plena de los hechos internos y externos, la verdad, es que a la hora de relacionarnos, tropezamos con la cultura y nuestros propios condicionamientos que han constreñido durante milenios , esta delicada trama de liberación. Y por supuesto surgen las preguntas:¿ hasta qué punto debo actuar en libertad?, ¿de qué debo liberarme?, ¿cómo puedo generar en el otro esta conciencia de responsable acción ,nacida

Amado padre inconsciente.

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Mi comunicación con el mundo inconsciente fue desde niña muy fluída. Solía pintar mis sueños, aún las más feroces de las pesadillas ,en forma casi instantánea al despertar. Escribía sin mediar la razón. Esa escritura autómatica, como recomendaban los surrealistas, influídos por el auge del psicoanálisis, fue volviéndose parte de mi piel y de mis actos. Claro que aún, no conocía el mundo de las letras. Sólo buceaba, con mi brújula interna, deseando entender, parte de mi mente, que poseía vida propia ,al soñar profusamente ,con mundos que desconocía y que luego buscaba ,en mi realidad más racional y cotidiana. Todo lo escribía, lo dibujaba, lo pesquisaba en mi diario, ya que era dífícil transmitir estas vivencias , de seres heroicos surcando mares bravíos, escalando peñascos que no conducían a ninguna parte, partos de madres en la selva, cuerpos que cobraban vida ,en personajes de leyenda, buscando, siempre la salida hacia una nueva historia, una aventura surreal, que continuaba ,

Tu mente inmortal.

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Hace algo más de veinte años, Joe Dispenza (de los maestros de “Y tú qué sabes”), fue arrollado por un  todoterreno cuando participaba en un triatlón. El diagnóstico de los cuatro cirujanos que consultó coincidía, tenía que operarse  inmediatamente, debían implantarle barras de Harrington (de 20 a 30 centímetros desde la base del cuello hasta la base de la columna), ya que la tomografía demostraba que la médula estaba lesionada y que podría quedarse paralizado en cualquier momento. Dispenza, que era   quiropráctico, sabía muy bien lo que eso significaba: una discapacidad permanente y, muy probablemente, con un dolor constante. Su decisión fue arriesgada: intentaría ayudar a su cuerpo a que se recuperara de manera natural, conocía bien todo lo concerniente a huesos y músculos e ideó un plan de acción que incluía autohipnosis, meditación, una dieta que ayudara a sus huesos a regenerarse y ciertos ejercicios en el agua. Se recuperó totalmente en un tiempo récord y decidió ahond