La eternidad escondida detrás la muerte.
Ayer salimos con mi esposo a caminar y entramos a la misa de la parroquia del barrio, La Santísima Cruz, en la calle Artigas. Una iglesia sencilla,colonial y que abría sus puertas, con tanta gente sosteniendo velas encendidas y cantando emotivamente. Pisar ese templo, me hizo entrar en la más bella meditación cantada , momento sólo alcanzado , a través de una entrega íntima ,en la que Dios se hace presente en nuestro corazón. La fe se ahonda con las vivencias y se nos recuerda ,sumando experiencias de unidad como esta, estar unidos en comunidad, celebrando el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre la oscuridad . En la simpleza de mi parroquia, donde se canta, se ora y se vive esa fe cotidiana, es que renace en cada Pascua la conciencia íntima de la resurrección y el perdón de nuestros errores, pues es más grande la fe y la entrega de mi alma, cuando la entrego como hoy, a este Dios presente que nos ha redimido a todos, a cada uno...mas allá de la distanc...