Empatizar y abrir el corazón




"Todo lo sabes. En vano busco que tierras labrar o cuales sembrar. La tierra está negra de zarzas y cizaña. Y no quiere ser regada ni por lágrimas ni por lluvias"
Todo lo sabes. Yo me siento y espero, con ojos ciegos y manos ociosas, hasta que se alce el último velo y se abra por primera vez la puerta.
Todo lo sabes. Yo no puedo ver. Confío que no viviré en vano.
Y sé que nos encontraremos de nuevo en alguna divina eternidad"
Oscar Wilde, sobre la verdadera sabiduría
Cuando concluimos la meditación de la semana, tenemos un tiempo para compartir la vivencia interior , de dar forma, a aquello que que se reveló en el silencio. El grupo es tan diferente en edades, que oscilan entre los 15 y 70 años, en etapas tan diversas de la vida, con un común denominador, la escucha de nuestro Ser Real. Los atributos del Ser son la atemporalidad, la ecuanimidad, la empatía, la sabiduría, la aceptación, la libertad y el amor.

Dichas capacidades son potenciadas a través de la meditación y reveladas hacia el final, a través de la escucha ecuánime y amorosa de la voz de un OTRO que meditó junto a mí, que hizo un viaje similar hacia esa Gran Mente, que se revela por momentos, fugaz y escurridiza en nuestra vida acelerada y apegada a la rutina. Rutinas que se vuelven necesarias, pero a veces esclavizantes,para nuestra creatividad, nuestras relaciones interpersonales y nuestra forma de percibir los hechos vividos.

La meditación nos prepara poderosamente, para observar, de una manera totalmente nueva, purificando nuestros sentidos, de antiguos condicionamientos . Nos invita a conocer el mundo desarrollando y aprendiendo nuevos comportamientos.

A ser humanos se aprende, y no hay tiempo perfecto para ello, la vida es una oportunidad siempre abierta a la transformación. Madurar psicológica y espiritualmente requiere de un acompañamiento. Todo vínculo que permita el crecimiento, es un camino sinuoso a recorrer.

Cuando se inicia el camino interior, debo sentirme sostenido por mi guía, ( maestro, terapeuta, madre, padre, amigo), entendiendo que su ejemplo, dejará una huella en mi mente. Sé que esta sociedad, está vacía de figuras ejemplares y que los roles adultos ,cada vez más ,escapan a sus responsabilidades, como si una eterna juventud, nos fuera a salvar de la responsabilidad de crecer, madurar y finalmente envejecer , para abandonar la vida.

Intentemos escuchar, abrir el corazón y madurar sin miedo, comprendiendo que aunque luche, la vida se escurre entre mis dedos y cuanto antes mire a los ojos, a los obstáculos, a las mezquindades, que me privan del amor, que restringen mi capacidad de tener confianza ; cuanto antes comprenda mi limitación, no postergaré mi libertad , en la esclavitud del deseo, que elude penetrar esa falta interna, que nos duele, pero que no queremos conocer.

Aprender el camino de las virtudes, es difícil pero urgente , para nuestra sociedad. En la meditación de la semana, emprendimos el camino de la compasión,que nace de la empatía.

El término empatía proviene del griego, empatheia, que significa en otras palabras la unión física o emotiva por el que sufre. En muchos sentidos, la empatía puede ser comparada con el altruismo siendo este la capacidad de entregarse uno mismo en pos del bienestar del otro. La empatía implica cierta entrega pero más que nada en lo que respecta al acompañamiento. Cuando una persona se muestra empática para con otra, esto no quiere decir necesariamente que busque solucionar su problema o afección sino simplemente apoyarla y demostrarle su presencia a partir del permanente acompañamiento.Llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que un individuo diferente puede sentir.

Si bien la empatía es analizada en la mayoría de los casos desde perspectivas sociológicas o psicológicas, también hay un costado biológico de la misma ya que la capacidad de sentir empatía puede estar presente en algunos individuos de manera mucho más clara y evidente que en otros. Esto tiene que ver con una predisposición instintiva a sentir la necesidad de acompañar y proteger a quien lo necesita. La falta de empatía y de total ausencia de solidaridad, por su parte, son rasgos característicos de nuestra sociedad actual en la cual cada individuo tiende a buscar su satisfacción personal antes que mostrar compasión con aquellos que más lo necesitan.

Ciertas corrientes de pensamiento psicológico postulan que la mente humana tiene en común sensaciones y sentimientos. La única diferencia entre dos personas es el momento en el que se muestran dichos sentimientos, provocando emociones que motivan a actuar. Que una persona no sienta igual que otra en un momento dado, es por razones educativas, predisposición genética y condicionantes hormonales, que inducirán a encauzar los estímulos de una forma u otra. Por eso, infieren que la empatía es posible en un individuo capaz de razonar acerca de sí mismo, evaluar sus sentimientos y razonar a cerca de otras personas de forma que no tienda a justificar sus propios deseos. El deseo sería la unidad de degeneración del pensamiento objetivo, y el grado de exactitud estaría desvirtuado, en mayor o menor medida, dependiendo la profundidad del conocimiento de uno mismo, o lo que es lo mismo, de su inteligencia emocional

La filósofa Edith Stein ha realizado un estudio profundo sobre el problema de la empatía, de un gran rigor filosófico y científico. Su tesis de doctorado, publicada en español y titulada "Sobre el problema de la empatía", trata de la esencia de los actos de empatía en general, así como de la noción de persona que se obtiene a través del análisis de estos actos.

Por otra parte, se ha observado que un determinado tipo de neuronas, las neuronas espejo, solamente se activan cuando el mismo acto que realiza un primate lo efectua otro que es observado por el primero. De forma análoga, en los humanos se activa el mismo área cerebral, en el curso de una emoción, al observar a otra persona en el mismo estado emocional. Se ha verificado también experimentalmente que la empatía es mayor entre personas de idéntico sexo, raza o edad, y que el grado de empatía es muy variable de una persona a otra. Por tanto, la empatía parece ser un importante factor de cohesión social y es una ventaja evolutiva desarrollada por selección natural.

Además, parece que esta capacidad, al menos en las personas, es susceptible de desarrollo y aumento: se acrecienta más fácilmente en los que no han padecido problemas afectivos, con padres que se han ocupado de ellos, y que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptados y comprendidos, han recibido consuelo cuando lloraban o tenían miedo, y que han visto como se promovía la preocupación por los demás... En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado cubiertas desde los primeros años de vida.

Así pues, la empatía describe la capacidad intelectiva de una persona de vivenciar la manera en que siente otra persona; posteriormente, eso puede llevar a una mejor comprensión de su comportamiento o de su forma de tomar decisiones. Es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Como tal es un sentimiento objetivo cuyo desarrollo requiere un cierto tipo de inteligencia. Quienes padecen autismo, síndrome de Asperger o determinadas psicopatías ven muy mermada esta capacidad cognitiva; por el contrario, quienes ejercen un liderazgo altruista suelen caracterizarse por el amplio desarrollo de esta capacidad. Los estudios demuestran que esta capacidad suele darse más a menudo en el género femenino de la especie humana, quizá por el hecho biológico de tener hijos y cuidarlos, aunque no es privativa del mismo.

Las personas con empatía son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones; por eso, poseen normalmente alto reconocimiento social y popularidad, ya que se anticipan a las necesidades, antes incluso de que sus compañeros sean conscientes de ellas, y saben identificar y aprovechar las oportunidades comunicativas que les ofrecen otras personas. Esta capacidad se extiende entre especies, permitiendo al empático una mejor interacción con los animales; inversamente, algunos animales poseen también esta capacidad, como el delfín. Ciertos animales domésticos que han tenido un largo trato con el hombre, han sido seleccionados a causa de su empatía.

Nuevos estudios permiten suponer que existe una relación entre la imitación o simulación del comportamiento y la capacidad de empatizar; incluso en el mundo animal se investiga la capacidad de empatizar como un posible avance en la evolución, al posibilitar relaciones de cooperación o simbiosis. También es frecuente la empatía entre animales, incluso hacia seres vivos de otras especies.

En el uso común, es la actitud de estar completamente disponible para otra persona, omitiendo expresar nuestras propias preocupaciones, sentimientos y pensamientos, para ofrecerle nuestra plena atención. Se trata de ofrecer una relación de calidad, fundada en un escuchar no valorativo, en el cual concentramos la comprensión de los sentimientos y necesidades fundamentales del otro.

Numerosos pensadores han tratado sobre la empatía; entre ellos destacan Edith Stein, Sigmund Freud, Carl Rogers o José Antonio Marina, Kohut.

Nos urge aprender a empatizar para aprender a ser mejores personas, para abrir el corazón hacia una nueva forma de comportamiento humano: el altruismo.

Adriana Paoletta


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