Cuando el cerebro nos juega en contra

Estación de tren en Pekín. (Foto: Jason Lee | Reuters)


MADRID.- Adónde va Vicente... a donde va la gente- Conocido es el dicho y conocida también la tendencia de los grupos y las sociedades a la homogeneización. La presión social es capaz de cambiar y moldear las decisiones de los individuos, que obtienen cierta recompensa cuando sus acciones se parecen a las de la mayoría. Un trabajo publicado en la revista 'Neuron' describe los procesos que tienen lugar en nuestro cerebro cuando nos damos cuenta de que nuestras respuestas no coinciden con las del grupo y cómo estos determinan que digamos, al final, lo que dice la mayoría.

Las teorías más modernas postulan que el aprendizaje por refuerzo se produce gracias a las señales de error de predicción, es decir, a la discrepancia entre la recompensa esperada y la obtenida. Esta señal "va guiando la toma de decisiones indicando la necesidad de ajustar un comportamiento", explican los autores.

Por otro lado, los estudios sobre conformidad, entendida como el cambio en el comportamiento de un individuo para ajustarse al de otros, sugieren que los mecanismos del aprendizaje por refuerzo subyacen también a este fenómeno. La hipótesis de trabajo de Vasily Klucharev y sus colegas de la Radboud Universisty Nijmegen (Holanda) es, precisamente, que cuando una persona se da cuenta de que su conducta se aleja de la del grupo su cerebro produce una respuesta similar a la del error de predicción que le indica que debe alterar ese patrón en el futuro.

Partiendo de esa base, elaboraron un experimento en el que 21 mujeres debían puntuar lo atractivos que les resultaban 222 rostros femeninos. Después de hacerlo, recibían la calificación que tenía como media cada una de esas caras en Europa. Durante esta fase, el cerebro de las participantes era observado mediante una resonancia magnética funcional.

Imágenes mediante resonancia magnética

En especial, los investigadores prestaban atención a dos zonas del cerebro. La región rostral singular, relacionada con el aprendizaje por refuerzo y las respuestas vinculadas con los errores, cuya actividad indica la necesidad de ajustar una acción cuando el objetivo no se ha alcanzado; y el núcleo accumbens, que interviene en el aprendizaje social y cuya actividad modulan las recompensas inesperadas.

Para comprobar si la opinión de la mayoría influía en las puntuaciones iniciales, 30 minutos después de la primera prueba las participantes calificaron de nuevo el atractivo de cada rostro pero esta vez sin recibir la información de la media europea. Tal y como era de esperar, "la opinión grupal moduló los juicios de los individuos incluso sin que el grupo estuviera físicamente presente", subrayan los autores.


Estos observaron, además, que cuanto mayor era la discrepancia entre la puntuación de un sujeto y la otorgada por el grupo más pronunciado era el efecto de conformidad.

El proceso mental experimentado por las participantes quedó perfectamente reflejado en la resonancia. Cuando se percataban de que la opinión del grupo difería de la suya, la región rostral singular se activaba, así como otras áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de errores. A su vez, el núcleo accumbens se apagaba, junto con otras zonas vinculadas con las recompensas. Una respuesta muy parecida a la señal de predicción de error.

Cuando más pronunciada era la activación y desactivación de las citadas estructuras más probabilidades de que el individuo adaptara sus respuestas a las del grupo, de que se conformara. "En otras palabras -señalan los autores- un conflicto con las normas sociales indica un error similar a la señal de aprendizaje por refuerzo que exige un ajuste del comportamiento".

Un apunte curioso de este estudio radica en la dimensión social de este tipo de conflictos. Cuando Klucharev y sus colegas sustituyeron la puntuación media europea por una elaborada por un ordenador el efecto de conformidad se atenuó. Las participantes no tomaban tan en serio la opinión del ordenador subrayando la naturaleza social del problema.

Cuando nuestra conducta difiere de la mayoría, las neuronas envían una señal de peligro
Este proceso culmina con un cambio de comportamiento para igualarnos al resto


VIA: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2009/01/14/neurociencia/1231959081.html
CRISTINA DE MARTOS

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Comentarios

amilius ha dicho que…
ESTIMADA AMIGA TAITOKU O ADRIANA:
HE MODIFICADO MI BLOG Y LE HE DADO UN LUGAR A LOS BLOG PARA LOS AMIGOS Y A LOS QUE LEO (ANTES NO LO TENÍA)Y HE INCLUIDO TUS DOS BLOG POR QUE SON EXELENTES EN LO QUE RESPECTA AL YOGA. ME GUSTAN MUCHO Y ES BUENO DIFUNDIRLOS. AFECTUOSOS CARIÑOS "amilius"

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