Soledades


El desamparo originario nos acompaña toda la vida. Va variando las formas que asume según las épocas y los sujetos. Desde el goce autista del consumo a la soledad del síntoma neurótico, del aislamiento que produce el terror del totalitarismo al retraimiento del lazo social que promueve el discurso capitalista, la soledad no es una sino múltiple. Sin embargo, la soledad -en si misma- no es una salida nociva; está la soledad como punto productivo, como momento necesario para la invención. También está la soledad del analista, la soledad del acto, la soledad de la causa, que no es sin un lazo al Otro. Hay soledad y soledades, cada sujeto hará su arreglo.
Es pertinente hablar de soledades, porque no es un término único.
Está el analista solo en su acto, Lacan dice, "solo, como siempre he estado en relación a la causa analítica"; "Uno que habla solo y dice siempre lo mismo", en el Seminario 24, "La invención de la soledad" en Paul Auster, "Cien años de soledad" de García Márquez .
Hay una soledad estructural en Freud, que es la del desvalimiento, el desamparo inicial. Término que aparece en el proyecto, pero que adquiere todo su relieve, en Inhibición, Síntoma y Angustia, (Freud, A.E. XX, 1926)
El desamparo aparece como la primera posición del sujeto inerme, ante la invasión de la cantidad –"quantum"- de estímulos. Es lo que deja una huella indeleble en la estructura, la angustia de castración, como motor de la defensa. Esta soledad inicial es la que le permite al sujeto hacer lazo al Otro. Hay una solidaridad entre, forclusión generalizada y desamparo, todo lo que es defensa, arreglo, saber-hacer de un ser hablante, es siempre bajo un fondo de soledad, de abismo, de desamparo. La soledad inicial, es diferente de la soledad del autismo, no sólo como cuadro, sino como posición de goce; es la soledad del Uno, la soledad del goce del idiota, como Lacan llama al goce masturbatorio, un goce sin Otro.
Hay soledades de la época y de las épocas.
El integrante de la masa, en la lógica de "Psicología de las masas" en Freud, no está solo, pertenece a una masa cohesionada por identificación. En la serie de los orígenes del totalitarismo, Hanna Arendt, en el último tomo, los sistemas totalitarios, define la soledad y el aislamiento como efecto del discurso totalitario. Dice:
1. puedo estar aislado, sin estar solo.
2. puedo estar solo, abandonado de toda compañía sin estar aislado.
Cicerón dice en De Re Publica: "Nunca estaba menos solo que cuando estaba solo".
Hay una soledad fecunda. Pero Hanna Arendt quiere dar cuenta de una soledad y un aislamiento, promovida por el terror que sostiene la dominación de los regímenes totalitarios.
Hanna Arendt plantea: "La soledad, el terreno propio del terror, la esencia del Gobierno totalitario, y para la ideología o la lógica, la preparación de ejecutores y víctimas, está estrechamente relacionada con el desarraigamiento y la superfluidad, que han sido el azote de las masas modernas desde el comienzo de la revolución industrial y que se agudizaron con el auge del imperialismo a finales del siglo pasado y la ruptura de las instituciones políticas y de las tradiciones sociales en nuestro propio tiempo. Estar desarraigado significa no tener en el mundo un lugar reconocido y garantizado por los demás; ser superfluo significa no pertenecer en absoluto al mundo. El desarraigamiento puede ser la condición preliminar de la superfluidad, de la misma manera que el aislamiento puede ser (aunque no lo sea forzosamente) la condición preliminar de la soledad. Considerada en sí misma, sin atender a sus recientes causas históricas y a su nuevo papel en política, la soledad es al mismo tiempo contraria a los requerimientos básicos de la condición humana y una de las experiencias fundamentales de cada vida humana."
De la ruptura de lazos de los sujetos, provocada por el terror, no hace falta ir al fenómeno del fascismo o el estalinismo para conocer esto. Conocemos el saldo de impunidad del Proceso, que nos hace recordar a algunos, la dominación por el terror, el aislamiento y la desolación.
Estos tiempos no son los del discurso totalitario, la dominancia del discurso capitalista, formulado por Lacan, que implica un rechazo a la castración y al amor, conlleva una ruptura del lazo social. El mérito de Hanna Arendt es situar el desarraigo desde la revolución industrial, por lo tanto más allá de los fenómenos de masas, la ruptura de lazos está planteada desde los orígenes del capitalismo, es por eso que Lacan dice del proletario que no tiene discurso con el que hacer lazo social.
Con el neoliberalismo, asistimos a una promoción del consumo, del goce autista, del sujeto con los objetos del mercado. Soledad que tapona la causa del deseo y acentúa la falta-en-gozar. Podemos decir que hay un capítulo nuevo para agregar a Psicología de las masas; el discurso capitalista, conjetura tardía de Lacan y la concepción del sistema totalitario de Hanna Arendt dan cuenta, de una dominancia que se sostiene en la ruptura de lazos, es paradojal, pues todo discurso indica un lazo social , incluido el del analista, pero quizás el aporte original es la forma de dominancia, de hegemonía, no solo del totalitarismo, sino la proviene de la revolución industrial, deja a cada sujeto aislado y sin lazo. ¿No será que los fenómenos totalitarios fueron una respuesta, fallida, a la declinación del discurso del amo?
No hay duda que la masa se cohesiona por identificación, pero también hay que decir que la epidemia fascista del siglo XX se sostuvo mas en el terror que en la identificación.
La dominancia por el terror fracasó, hemos pasado de lo totalitario a lo globalitario, la mundializacion del mercado que a veces requiere del forzamiento militar.
Por eso mismo hay una soledad, promovida por el discurso capitalista, que promociona el taponamiento del deseo y acentúa la falta de goce, proporcionando ofertas prêt-à-porter de acuerdo al lobby fantasmático de cada quien.
Hay también una soledad de la neurosis misma, el pensar rumiante del obsesivo, la sustracción histérica, la evitación fóbica, es la soledad que no cesa de escribir el síntoma neurótico.
Lacan decía:" El inconsciente, es que en suma uno habla solo. Uno habla solo porque uno no dice jamás sino una sola y misma cosa — salvo si uno se abre a dialogar con un psicoanalista"(Lacan, seminario XXIV, clase 4, inédito), y podemos decir que nunca se ha hablado tanto como en ésta época, la época de decirlo todo. Goce autista, del bla-bla-bla del ser-hablante.
Lacan dice, uno habla solo y dice siempre lo mismo, salvo si encuentra un analista. Por tanto, se puede decir que el análisis es una experiencia en soledad con otro - no un semejante -, que le permite al ex-sistente, al ser que habla, al parlêtre , una invención de su soledad, y a la vez una salida de la soledad, en tanto lo confronta con lo Otro, lo ajeno, lo hétero, lo femenino.

Soledades
Mario Goldenberg

Jornadas de la EOL
 
Referencias
Arendt, Hanna. "Los orígenes del totalitarismo". Tomo 3, "Totalitarismo". Capítulo 13. Ideología y terror: una nueva forma de gobierno. Alianza.
Freud, Sigmund. "Inhibición, Síntoma y Angustia"- AE XX .1926.
Lacan; Jacques Seminario 24, "Lo no sabido que sabe" (1976-77 inédito).

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