La memoria afectiva


La memoria afectiva queda impregnada en tus células. Tus células laten y pulsan liberando distintas sustancias neurotransmisoras en relación a las respuestas que el cuerpo percibe como agradables , amenazantes, protectoras o paralizantes de la vida. El cuerpo sigue un sistema autónomo de recreación. Al alinearnos a esa inteligencia celular escuchamos la voz de nuestro SER.


Las memorias son esas que te sostuvieron en cada abrazo, en cada beso, en cada fiebre que fue calmada con un paño frío refrescante, en cada arrullo, en cada distancia elegida o provocada. El cuerpo jamás olvida de quien nació. 


El cuerpo se sabe amado y sabe a ciencia cierta cuándo fue amado o rechazado. Y en relación a la complejidad y a la ambivalencia de los afectos va eleborando sus corazas defensivas. Sus formas de gestionar el alimento físico de su bienestar. En relación a esas construcciones tempranas afectivas tu ser descubre que está hecho de acercamientos y distancias. Algunas condicionadas y otras elegidas.


La  memoria nos revela cuan hondo es un sentimiento. La memoria nos ata a los afectos y a los vínculos con la realidad de una manera indiscutible. Elegimos qué recordar para crecer. 
Elegimos qué olvidar para no sufrir. 
Sin embargo tus células lo saben todo y en algún momento se despierta esa memoria, para ser confiada a la VERDAD. Y cuando tus células claman la VERDAD, la verdad te será dada como un camino hacia tu realidad negada. Y aunque mueras en ese intento de recuperar la verdad, habrás conquistado un enorme legado para los tuyos... el derecho sagrado a SER, seres hechos a semejanza de Dios que es PURA Verdad. 


Y la VERDAD te hará libre!

A la memoria de mi hermana Romina y de sus hijos Maia y Tobias.

Adriana Paoletta

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