Si quiere sacar todo el potencial de su hijo y que su capacidad intelectual aumente debe estimularle ya desde bebé. Nuevos estudios apoyan la eficacia de las técnicas de aprendizaje precoz mientras llegan los primeros centros especializados. La estimulación temprana a través de los cinco sentidos mediante ejercicios, juegos, masajes, música o imágenes logra que los niños aprendan antes. Los menores motivados son más curiosos, menos llorones, más tranquilos, con más habilidades para aprender y, a la larga, tienen menos fracaso escolar
No tiene porqué haber niños brillantes y otros retrasados. No es cierto que unos valgan para las matématicas y otros para las letras. Todos pueden defenderse en álgebra o literatura. ¿El motivo? Sencillamente, porque la estimulación temprana del bebé favorece el aumento de la inteligencia. Tus manos, tus palabras, tu tacto, unidos por el conocimiento sobre métodos de motivación temprana, pueden ayudarte a conseguirlo. Mientras los estudios científicos avalan su utilidad, en nuestro país empiezan a surgir los primeros centros especializados en este área. Los padres más 'precoces' que han sabido de su existencia y llevan ya a sus hijos afirman que sus retoños han cambiado: son más espabilados, más curiosos, lloran menos y aprenden antes. De mayores, se concentrarán más, tendrán menos fracaso escolar y sacarán mayor partido a sus habilidades intelectuales. Si aún está embarazada, sepa que a partir del quinto més de gestación puede empezar a estimular a su hijo.
Es a mediados del siglo pasado cuando irrumpe el concepto de estimulación temprana con el fin de facilitar el desarrollo máximo del potencial de niños con alguna discapacidad psíquica o física.
Distintos estudios constataron entonces que los menores con deficiencias detectables o evidentes desde el momento del nacimiento; con algún factor de riesgo de desarrollar ciertas minusvalías, como los prematuros o los que han sufrido un parto complicado o aquéllos que proceden de ambientes con carencias sociales, familiares o económicas, lograban mejorar su desarrollo y evolucionar de una forma más favorable si se les proporcionaban los estímulos adecuados.
Es más, se pudo comprobar que ciertos pequeños que habían perdido el funcionamiento de algunas áreas cerebrales y que eran sometidos a distintas técnicas de estimulación a lo largo del tiempo recuperaban parte de sus funciones cognitivas.
Fueron estas evidencias las que fomentaron la idea de aplicar la estimulación precoz a los menores sanos y elevar así su inteligencia, su desarrollo emocional y sus capacidades. En parte, porque nacemos con un enorme potencial neuronal que todavía está inmaduro. Al quinto mes de embarazo, está determinada la cantidad total de células nerviosas que va a tener el cerebro del recién nacido, un número suficiente para toda su vida. Pero el mapa de conexiones entre ellas (sinapsis) aún no está dibujado. Es esta plasticidad del cerebro la que permite intervenir para sacarle el máximo rendimiento.
De hecho, la estimulación temprana, mediante juegos adecuados a cada edad, masajes, ejercicios corporales, entre otras técnicas, favorece el desarrollo y armonización simultánea de los hemisferios cerebrales, el córtex izquierdo responsable de las funciones cognitivas y analíticas (como el lenguaje y las matemáticas) y el derecho, involucrado en la imaginación, el desarrollo artístico y musical, lo que fomenta el desarrollo de la inteligencia. Pero también ayuda a que los niños se concentren más, aprendan mejor, lloren menos y tengan más inquietudes e imaginación.
Esta realidad está quedando reflejada en un número cada vez mayor de estudios científicos, como el recogido el mes pasado por la revista 'Brain.' Laurel Trainor, profesor de psicología, neurociencias y comportamiento de la Universidad McMaster, en Hamilton (Ontario), es el director del primer trabajo que ha constatado cómo el cerebro infantil responde cuando se toman clases de música y las diferencias existentes, tras un año de formación, entre los niños que acuden a escuelas que siguen el método Suzuki y los que no. Precisamente, este sistema, desarrollado por el violinista del mismo nombre, se basa en la creencia de que todos los niños tienen talento para hacer aquello que se propongan.
Si todos son capaces de aprender correctamente su lengua materna, también lo son para interiorizar el lenguaje musical. Con este sistema, los niños entran en contacto con la música a los dos o tres años.
«EFECTO MOZART»
La investigación pudo llevarse a cabo gracias a la participación de 12 menores de entre cuatro y seis años. La mitad recibió un año de clases y la otra mitad no. Los autores sometieron a todos los participantes a una prueba de imagen llamada magnetoencefalografía (MEG). Con estos equipos se puede detectar qué zonas cerebrales están involucradas en la realización de diferentes tareas y procesos cerebrales.
Así, pudieron comprobar que el hemisferio izquierdo de los niños que tocaban el violín estaba más desarrollado en comparación con el de los que no recibían clases. El propio autor del estudio ha señalado: «Es muy interesante comprobar también que los pequeños que tocan, al año, mejoran su retentiva y sus habilidades no musicales, como las matemáticas, el conocimiento espacial o la memoria verbal».
No es la primera vez que se comprueban los efectos beneficiosos delos sonidos musicales. Casi todo el mundo ha oído hablar del llamado 'efecto Mozart'. El doctor Tomatis, otorrinolaringolo francés, lo descubrió hace mas de 40 años y desde entonces lo usa en el método que lleva su nombre y que se aplica en más de 250 centros en el mundo. Él calificó como 'efecto Mozart' al aumento de la energía cerebral, el rendimiento intelectual y de la habilidad para visualizar e imaginar formas espaciales que se produce cuando se escuchan las melodías del compositor austriaco.
Ignacio es el padre de Claudia, y acompaña a su hija una vez a la semana al centro Debebé de estimulación temprana, uno de los escasos de este tipo que existen en España. «Claro que noto los efectos. Mi hija tiene ahora nueve meses y empezó con dos. Está mucho más despierta que otros niños de su edad», comenta Ignacio. Una opinión que comparten otras madres que acuden con sus vástagos a la clase de Claudia.
Pero encontrar un centro de estas características es una tarea ardua. Mientras que en EEUU y Latinoamérica proliferan estos establecimientos, en «nuestro país no hay más de 10», señala Elizabeth Fodor, la primera en abrir uno dentro de nuestras fronteras, conocido como Centro de Orientación Paterno Filial de Madrid, y autora de numerosos libros de ayuda a padres y profesionales para la incitación temprana de los menores, y en cuya metodología se basa Debebé.
LOS MÉTODOS
María Eugenia García Nieto, su directora, lo creó tras llevar a su primer hijo a uno similiar. «Vi los avances que se producían en mi niño, y aunque soy consultora de recursos humanos estuve un año convenciendo a Julia Durruty, nuestra psicóloga para ayudar a otros padres», explica.
Aquí se imparten clases de psicomotricidad, término que integra las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriomotrices en la capacidad de ser y de expresarse en un contexto psicosocial. También hay talleres de música y pintura.
«Los niños que acuden a estimulación son más dóciles, tranquilos, curiosos, despiertos y aprenden antes. Lloran menos y tienen mejor humor. Como se les ha ayudado a tener más registros y, por ello poseen también más recursos, no se encierran en la llorera cuando no consiguen algo, porque entonces buscan otra cosa», aclara Durruty.
Basándose en el método de Fodor, que estudió pedagogía social para la primera infancia, se sabe que fomentado una relación paterno-filial armoniosa, se logra el equilibrio emocional y que las relaciones interpersonales futuras sean armoniosas. Si se impulsa la exploración sensorial en un ambiente estimulante, se despierta la curiosidad y se motiva la inteligencia y con juegos divertidos de audición y visión se mejora la concentración y la atención prolongada a una situación específica.
«La concentración es vital para evitar el fracaso escolar y para aprender. Los niños de Debebé se entretienen con un mismo juguete porque les enseñamos todos los posibles usos del mismo, a él y a sus padres. Se les estimula para que se centren y se diviertan con lo que hacen. Ellos son los que después, por sí solos, explotan todos los recursos que les da una actividad», declara la psicóloga.
Aunque el fin de la estimulación temprana es optimizar el desarrollo del niño para que logre la máxima superación de sus potenciales psicointelectuales, consiguiendo un equilibrio adecuado que permita un desarrollo integrado de su personalidad, los métodos para lograrlo son distintos. Claro que ninguno logra niños 'genios' o 'superbebés.'
Marta Eugenia Rodríguez de la Torre es la creadora del método Sapientec, que estimula la inteligencia, mejora de la capacidad de aprendizaje y que permite resolver en menos tiempo y con menor esfuerzo cualquier tarea intelectiva.
En definitiva y en boca de su creadora, que tiene un cociente intelectual de más de 200 y que con tan solo 12 años ya trabajaba en el Instituto de Neurología de EEUU, «se trata de quitar todas las barreras de acceso al conocimiento». Esta superdotada ha creado el centro Babysapien donde extrapola los beneficios del método Sapientec en los niños de hasta tres años.
«Se trata de intentar potenciar, a través de los sentidos, las capacidades intelectuales de los bebés, aumentando la inteligencia y disminuyendo los trastornos de aprendizaje», aclara.
Para lograrlo dividen a los pequeños en tres niveles. En el primero de ellos estaría la estimulación al feto desde el quinto mes de embarazo; el segundo abarca desde que nacen hasta el año y medio y en el tercero hasta los tres años. Cada uno de ellos, tiene 50 lecciones de 20 minutos, que abarcan todos los temas, desde los colores hasta la astronomía, explicados a través de estimulación olfativa, auditiva, visual y táctil.
«Las madres de los pequeños que vienen aquí insisten mucho en que se han dado cuenta de que sus hijos entienden perfectamente lo que ellas les dicen», ilustra María Hernández Torres, psicóloga del centro.
No sólo son más curiosos, imaginativos y aprenden más. Marta Eugenia aclara que es un error pensar que se puede aumentar enormemente el cociente intelectual con la estimulación temprana. «Está demostrado que sólo puede elevarse entre un 2% y un 5% y en un 7% para las personas que tienen discapacidad. Claro que esta diferencia sí es importante en casos en que una persona puede pasar de ser talentoso a superdotado».
Para esta investigadora, una de las mayores equivocaciones que se están cometiendo actualmente es «el excesivo papel que se le está otorgando a la memoria como herramienta de trabajo. El método actual de enseñanza está basado en un uso excesivo de la misma, por lo que en la mayoría de las ocasiones solo sirve para pasar un examen y luego olvidar lo que se ha aprendido. Creo en el mayor uso del razonamiento lógico para proporcionar un mejor acceso al saber».
También apuestan por una forma distinta de enseñar y motivar los colegios que siguen el método Montessori, un sistema educativo que tiene 100 años de antigüedad y que se aplicó en Italia por primera vez y que ha resultado ser mejor programa que los tradicionales. En él, los niños participan de manera activa en su proceso de desarrollo y aprendizaje y pueden elegir con libertad. En un ambiente Montessori el orden, el silencio y la concentración son la constante. Además, estas escuelas manejan grupos con infantes de edades diversas. Los niños más grandes ayudan a los pequeños, los cuales a su vez muestran a los mayores conceptos ya olvidados.
Tal y como recoge la revista 'Science' en su número de septiembre, los niños que han estudiado con el método Montessori se expresan mejor, tienen respuestas más positivas a los dilemas sociales y aseguran sentirme mejor dentro del colegio y en sus comunidades que los que han seguido la enseñanza normal. Los especialistas consultados por SALUD defienden que mientras que la estimulación temprana se asienta en nuestro país, lo importante es que los padres aprendan a potenciar las habilidades de su hijos y «cuanto antes mejor», como apostilla Rodríguez de la Torre.
De padres «genio»: ¿hijos geniales?
La historia se ha vuelto a repetir. El ganador del premio de Nobel de Química de este año, el estadounidense Roger Kornberg, por sus hallazgos sobre el mecanismo clave que permite copiar genes para que puedan producir proteínas, también es hijo de otro Nobel. Con esta ocasión ya son ocho las veces que se otorga el galardón a alguien cuyo padre o madre lo había ganado con anterioridad. Otro ejemplo es el de Sir William Henry Bragg, que compartió el Nobel de física con su hijo, Lawrence Bragg por sus estudios sobre la estructura de los cristales, Irene Joliot Curie, hija del matrimonio Curie que fue premiado por sus trabajos sobre la radioactividad. La estimulación temprana favorece el desarrollo de la inteligencia, pero también el ambiente en el que se desarrolla un menor. Está demostrado que los hijos de padres que leen desarrollan una mayor afición por la literatura. Este hecho se traslada a otras disciplinas como la pintura o la música.
Lo mismo sucede con los entornos familiares equilibrados, en los que existe cariño, comunicación y se festejan lo logros del menor. Los niños a los que se les habla el mayor tiempo posible y se les insiste en lo bien que hacen las cosas crecen con mayor autoestima y seguridad en ellos.
Por contra, se puede dificultar el aprendizaje del menor si existe un exceso de motivación y se enseña al niño forzándolo.
PATRICIA MATEY
VIA ELMUNDO.ES
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