Hugo Mujica: 10 cosas que sé.
1. Una de las cosas que me enseñó la vida es la confianza en ella misma. Cuando termina algo, hay que tener el coraje de sostener el vacío, porque siempre surge una situación nueva. Si no aparece es porque nos aferramos a la repetición, a lo gastado, a lo que ya no dispensa vida.
2. Comprobé que toda situación guarda más de lo que dio hasta el momento. Dentro de la Iglesia, pude crearme un ámbito de libertad que fue respetado y avalado, pero porque yo tuve la voluntad de hacerlo. Entonces, no sé si la Iglesia es una estructura tan rígida, o si es más cómodo para muchos tomarla así.
3. Apuesto a la esperanza. Aprendí que lo contrario del idealismo no es el realismo, sino el cinismo.
4. Vocación viene de vocare, y es la voz de la vida reclamando ser en nosotros. Después hay diferentes gestos, que son las profesiones, pero es esa llamada la que saca lo máximo cada uno.
5. Vi que lo que más me conmueve de mis amigos –y de los seres humanos en general– son sus errores. El poder, la fuerza, me dejan afuera; la posibilidad del encuentro está en la debilidad que todos tenemos. Ojo, si no la ejercemos sojuzgando a los otros: no hablo de errores que liquidaron a 30.000 personas.
6. Ahora que me acerco al viejo que seré, me doy cuenta de que lo espero con ternura. Algunos sienten tanto rechazo, que lo desprecian y maltratan al verlo en otros.
7. Soy receptivo al afecto, pero me sigue apabullando y llenando de gratitud.
8. Pienso cada vez más en el acto creador. Hasta me obsesiona. Creo que es un momento en que otro, llámese el inconsciente o la musa, encarna en uno. Cuando una imagen o una palabra me inspiran para crear un poema que antes no existía, estoy recibiendo algo que yo mismo hago. Esa la maravilla y el misterio del juego.
9. En mis comienzos como religioso compartí siete años de silencio con los monjes trapenses, en un monasterio cercano a Boston. Aprendí que el silencio es un valor en sí mismo, y en mí provocó un viraje: pasé del hablar al escuchar.
10. Pensar en la muerte me provoca la tristeza de la despedida, pero también una feliz fascinación, porque ahí termina todo lo conocido. Lo que venga será forzosamente nuevo: la creatividad absoluta.
Felices Pascuas para todos!
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