Nuevos estudios científicos avalan a la meditación como analgésico

Dolor , esa palabra que resuena en el cuerpo con tan sólo pronunciarla. ¿Pero qué ocurre si cambiamos nuestra reacción frente a él?. Entrenarnos en el arte de observar nuestras reacciones, emotivas, cognitivas y sensoriales, nos hará más hábiles a la hora de recibir al dolor en nuestro cuerpo.

Lo que llama poderosamente mi atención ,en nuestra práctica de meditación, es que aquellos alumnos que traen un intenso dolor, al iniciar la práctica, pueden relacionarse con él ,de manera tal de descubrir, dónde anida el dolor, en qué parte concreta de mi cuerpo.

Observamos la relación existente entre el dolor, la sensación que produce en los tejidos, la respuesta emotiva a él y finalmente la disolución progresiva de su solidez y permanencia.

Dejar que ese tipo de energía dolorosa viaje, se mueva y pierda presencia sólida, es una herramienta perceptiva, para mejorar los dolores de cabeza crónicos, espasmos intestinales, dolores lumbares etc.


Sin embargo el dolor llama nuestra atención y algo señala.¿ Podrías entablar un diálogo sincero con él ?.

Adriana Paoletta

La revista Pain ha publicado un artículo titulado Meditation experience predicts less negative appraisal of pain: Electrophysiological evidence for the involvement of anticipatory neural responses” que presenta la práctica de la meditación como una forma de abordar el dolor.

Un estudio publicado en la revista Pain muestra que la práctica de meditación de forma rutinaria puede reducir el dolor. Los hallazgos muestran que solo los individuos que habían realizado meditación durante un largo período de tiempo presentaban una reducción del dolor.

En el estudio se incluyeron prácticas de meditación reflexiva y atenta, que forman la base de la terapia cognitiva recomendada para la depresión recurrente. Mediante el uso de un láser para inducir dolor, los autores observaron que la actividad de ciertas partes del cerebro parecía disminuir cuando los participantes del estudio se anticipaban al dolor.

Las personas con más de 35 años de experiencia en meditación eran las que menos se anticipaban al dolor y lo sufrían menos. En particular, los meditadores también parecían mostrar una actividad inusual en la región de la corteza prefrontal del cerebro, la que regula los procesos de atención y pensamiento cuando una persona se siente amenazada.

[Pain 2010]
Brown CA y Jones AKP

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