La espiritualidad aparece cuando la doctrina acaba

Amor es la estructura fundamental del universo y la verdadera dimensión de la evolución. Amor es la raíz de la Realidad antes de ser pasada a un sistema y a un orden. Es el plan de las obras sobre cuyo principio se desarrolla este universo. Autotrascendencia es otra palabra para expresarlo. Esto puede sonar escueto e imparcial, pero precisamente eso es el amor ante todo. El amor rompe los límites del ego, no por que alguien lo ordene, sino por ser el origen de toda forma, la experiencia de la que procede toda vida y en la que toda vida se auna. El amor es como el árbol que echa muchas ramas, todas ellas son el único árbol del que crecen. El árbol une a todas, es su origen y hace que sean una unidad que no puede perderse.

Una verdadera experiencia mística es la vivencia de esa unidad, la no dualidad. Y no es un sentimiento, sino el suceder profundo de la unión de todos los seres. Viene de lo que las religiones llaman Fondo Originario de todo ser: Divinidad (Eckhart), Fondo (Tauler), Nada (Juan de la Cruz) o Vacío (zen). Ese Fondo Originario todavía no tiene forma. Es el océano que aún no ha formado ninguna ola, pero que las abarca a todas cuando se forman.

Solamente ese amor nos ayudará a sobrepasar el egocentrismo que de forma tan destructora ha penetrado en nuestra condición de seres humanos. Cuando apenas habíamos escapado de la unidad simbiótica de nuestros antepasados prehomínidos y pudimos decir yo y tú, ya entonces Caín mató a su hermano Abel. La verdad de este mito ha caracterizado a nuestra especie de forma alarmante y la ha llevado al borde de su existencia. Con ello no sólo faltamos contra una ley, también faltamos contra la estructura básica del universo, que es unidad y amor. Siguiendo con el ejemplo del árbol, es como si las ramas luchasen entre ellas, es autodestrucción. Únicamente la autotranscendencia, a la que hemos dado el nombre de amor, nos ayuda a sentir la unidad y traspasar el egocentrismo; es la experiencia de unidad existencial con el cosmos, el fundamento de la existencia de la vida.

El camino espiritual nos prepara para esa experiencia. Nos vacía y abre a la receptibilidad del Fondo Originario de todo ser. El mandamiento moral "amarás a tu prójimo" no nos ha permitido avanzar. Cuando experimentemos esa unidad con todos los seres, cambiará algo en nuestra especie. Sólo viviremos humanamente cuando la estructura básica de la evolución sea experimentada.

El amor abre un espacio que nos puede sacar del caos existente, al que nos ha arrastrado nuestro egocentrismo y en el que hemos caído por no querer reconocer la estructura básica de la evolución. El que se niega a esa estructura básica, tarde o temprano, será eliminado. El amor sobrepasa nuestra cultura de pura autorrealización. Del amor crece el respeto por lo variado y lo diferente, que es la base de toda vida en comunidad. En una experiencia mística profunda desaparece la separación y la vida de la persona cambia radicalmente.

El caos al que hemos llegado quizá sea humus para perspectivas nuevas, un terreno fértil para el crecimiento del humanitarismo, la deferencia, la dignidad, el respeto y la fraternidad universal.

La espiritualidad aparece cuando la doctrina acaba, cuando se experimenta lo que la doctrina sólo puede señalar. Esto es para mí la imagen de la encarnación del Origen Primigenio divino. No existe nada que no sea encarnación de esa Realidad Primigenia, a la que hemos dado el nombre Dios y existe desde el principio. La encarnación es como el brotar las ramas del tronco del árbol. No hay nada que no brote de esa Realidad Primigenia.

Willigis Jäger

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