Meditación Judía con mantras
La forma más conocida de meditación, hoy, es la meditación mántrica. La palabra mantra es un término sánscrito que alude al lenguaje como emanación o expresión de la mente.
En la filosofía hindú, un texto sagrado, una oración, un verso místico, una palabra o simplemente un sonido pueden ser un mantra.
Un mantra se repite una y otra vez como ejercicio meditativo; y ya que no tenemos en Occidente otro término genérico para este tipo de meditación, usaremos esa palabra.
El efecto inmediato de la meditación mántrica es la relajación del cuerpo, pareciendo sin embargo, que con esta forma de meditación, cuanto más se relaja el cuerpo, más se activa la mente. Es como si la energía relajada del cuerpo pudiera ser utilizada por la mente.
De cualquier manera la meditación con mantras es un excelente método de relajación.
A pesar de que la meditación mántrica no es la forma más típica de meditación judía, es la más simple, y consiste en repetir una frase o palabra por un período de media hora cada día.
Hay referencias a la meditación mántrica en la Biblia. En las bases de análisis filológicos parece que la raíz trilítera “hagah” (hgh) del verbo tvghl denota un tipo de meditación en el cual la palabra es repetida una y otra vez.
El gran lingüista hebreo David Kimchi (1160-1235) escribe que la palabra “hagah” denota el sonido o el pensamiento que es repetido como un arrullo de la paloma o el gruñido del león. No obstante las referencias bíblicas a este tipo de meditación son ambiguas y no están claramente establecidas.
Las tempranas y ambiguas referencias a este tipo de meditación se encuentran en Hekkalot Rabbá, el primitivo texto de misticismo de la Merkavá (el Carro de Ezequiel), que data de los tiempos talmúdicos. El texto presenta el “Nombre” místico de D’s que en la actualidad es más bien una larga frase que consiste en un número de palabras o nombres místicos. La instrucción dice que esta frase o palabra debe ser repetida 120 veces seguidas. La técnica se puede asociar con la meditación mántrica.
Es significativo que en el tratado de Hekkalot, el mantra sea visto no como un fin en sí mismo sino más bien como el primer paso en la disciplina del Carro.
El mantra era usado para llevar al iniciado a un estado de conciencia desde el que podía “viajar” de cámara en cámara en los mundos supremos. Así, antes de definir el estado de conciencia, el mantra llevaba al sujeto a un primer estadio en la meditación, desde el que podía utilizar otras técnicas para progresar aún más.
En las escuelas kabalísticas posteriores, parece que versículos o selecciones del Talmud o el Zohar, habrían sido usadas como mantras. En el s. XVI en Safed, por ejemplo, se hace mención de una técnica conocida como “gerushin”, que parece que consistía en repetir un versículo bíblico una y otra vez como una suerte de mantra. Además de llevar al sujeto a un estado de conciencia elevada, el propósito de esta técnica era de proveerlo con un sentido profundo de mismo versículo. En lugar de analizar y estudiar el verso, el iniciado estaría en comunión con él.
Este concepto es aún más gráficamente ilustrado en una técnica de Rabí Iosef Caro (1488-1575) y sus seguidores. En lugar de utilizar un versículo bíblico esta técnica hizo uso de una selección proveniente de la Mishná, la primera porción del Talmud, completada alrededor del 200 e.c.
Un párrafo de la Mishná debería ser repetido como un mantra guiando a un estado de conciencia en el que un magid dygm, un ser angélico, estando asociado con la Mishná hablaría al iniciado. Nuevamente, el discípulo ganaría mayor profundización, no desde el estudio o el análisis de la Mishná, sino por la experimentación de su esencia espiritual.
También resulta significativa una alusión a esta técnica en el propio Talmud: ”Repetir la Mishná cien veces no es lo mismo que repetirla ciento un veces”. Debe haber un hilo conductor en esta enseñanza que nos lleva a pensar de que en los tiempos talmúdicos, la Mishná fue utilizada como un tipo de mantra.
Existe evidencia de que el ARI (Z”L), Rabí Itzjak Luria, hizo uso de una técnica similar con el Zohar. A diferencia de otros kabalistas de su tiempo que analizaban el Zohar y trataban de probar sus misterios intelectualmente, el ARI probaba sus profundidades a través de una técnica meditativa.
Según su descripción, parece haber utilizado una corta selección del Zohar como mantra, repitiéndola una y otra vez hasta que su significado se tornó claro. El ARI describió esta experiencia diciendo que el Zohar “le hablaba”.
La idea final es sumergirse en el mantra de tal forma de convertirse uno en el mantra mismo.
La Técnica
No podemos comenzar un programa de meditación sin un cierto grado de conocimiento. En este orden para obtener un efecto debemos hacerlo sobre bases diarias, dedicándole al menos veinte o treinta minutos de repetición mántrica. Si hacemos esto cada día los efectos son acumulativos. Sin embargo, cuando perdemos o salteamos días el efecto acumulativo se pierde.
Más allá de esto, toma varias semanas de disciplina con el mantra para alcanzar un elevado estado de conciencia. Algunos efectos pueden manifestarse inmediatamente, pero pasarán semanas con la repetición de un mismo mantra antes de que la experiencia alcance su completo efecto. Si tenemos perseverancia los resultados pueden ser conmovedores.
A esta altura, una palabra de aviso referente a la meditación mántrica: es un método inofensivo para la mayoría pero puede ser peligroso para alguien que padezca algún trastorno mental. Si la conexión en el mundo real de la persona no es fuerte para comenzar, puede tener una dificultad para restablecer su conexión con la realidad después de una profunda experiencia meditativa.
Justamente ciertas formas de vigorosos ejercicios deben ser suprimidos para gente con una historia de irregularidades en el corazón, lo mismo para los que sufren algún desorden mental.
En general, las preparaciones para la meditación son directas y simples. Podemos meditar en un lugar y tiempo donde no seamos interrumpidos o molestados por gente, ruido o llamadas de teléfono.
Rabí Najman de Bratslav (1772-1811) sostenía que lo mejor era tener una habitación destinada a tal efecto, pero si esto no fuera posible se podía elegir un rincón de la casa, una silla o un cuarto en donde podamos estar a solas, a la noche, cuando nadie anda alrededor.
Rabí Najman también asegura que bosques, colinas o el campo son buenos lugares para meditar.
Pero el lugar no es tan importante siempre que sea en un entorno donde no seamos interrumpidos. Podemos meditar aún debajo de las sábanas, en la cama, de noche si ese es el lugar en donde no seremos molestados. Un lugar excelente sería también -según Rabí Najman- en la sinagoga, cuando no haya nadie alrededor que pueda distraer la meditación.
Muchas personas asocian la meditación con la postura yóguica del loto (padmasana). Debemos recordar que en Oriente es común sentarse en el suelo o sobre una manta, porque la postura del loto fue siempre una postura normal y confortable para los meditadores. Para los occidentales esta posición no es fácil de aprender ni de mantener durante veinte minutos sin sentir incomodidad o dolor.
En la práctica de la meditación judía con mantras no se describe ninguna postura especial. Es verdad que se hacen referencias a sentarse en una silla pero esto es sólo una sugerencia. Podemos tomar la posición en la que podamos permanecer un largo rato cómodamente sin mover el cuerpo.
VIA : Rincón de Dios
Fotos de arte: From Malkuth to Kether
Comentarios
Que tus propuestas nos sirvan Adri, para elevar nuestras conciencias para que no sigamos repitiendo estos patrones mentales .... Gracias Gra.
Un abrazo grande
adriana