Ayurveda:"Hay que rechazar el exceso en todo momento"
No tendría más de 8 años cuando imaginó su primer proyecto de vida: estudiar Medicina, recibirse y luego viajar a la India para trabajar junto su admirada Madre Teresa de Calcuta. "A los 18, cuando terminé el primer año de Medicina, pude hacer realidad una parte de mis sueños: aproveché las vacaciones para viajar a la India y trabajar en las misiones de la Madre Teresa. Me acuerdo cuando llegué a Calcuta como mochilera y pude conocerla; fue una gran emoción. Era muy pequeña, de no más de un metro y medio, envuelta en un hábito blanco con ribetes azules, pero se distinguía entre las hermanas por la enorme fuerza que irradiaba y su gran ternura", recuerda la doctora ayurveda Carmen Frigerio.
"Cuando me fui le pregunté si cuando me recibiera de médica podía venir a colaborar con ella. Me respondió con una sonrisa muy dulce: Por supuesto que serás bienvenida, pero nosotros no curamos con médicos, curamos con amor ?"
Carmen Frigerio se recibió de médica en la Universidad de Buenos Aires, pero luego atraída por las posibilidades sanadoras de la milenaria ciencia ayurvédica volvió a la India, para estudiar en la Benarés Hindú University, la casa de estudios más grande de Asia.
"Era como si alguien guiara mis pasos. Un día, contra los consejos sensatos de colegas y amigos tomé la decisión: renuncié a mi puesto en el hospital Fernández de Buenos Aires y me fui a estudiar a Benarés. Cuando llegué tuve una sensación extraña, una gran alegría interior, como si hubiera llegado al final de un largo camino y la certeza de que ése era mi lugar", explica.
-¿Cómo es Benarés?
-Es una de las siete ciudades sagradas de la India y la ciudad viviente más antigua del mundo. Como escribió Mark Twain: "Es más antigua que la historia, que la tradición y que la leyenda, y se ve doblemente más antigua que todo esto junto". Está a orillas del Ganges, el río sagrado que todo creyente debe visitar al menos una vez en su vida. Un millón de peregrinos llegan anualmente a la ciudad para purificarse o morir, porque según la tradición todo aquel que muera en Benarés quedará liberado del ciclo de las reencarnaciones. En los ghats, las cien escalinatas de piedra que dan al río y que fueron construidas en el siglo XVIII, se puede ver a los peregrinos realizando sus baños purificadores, pero también las hogueras de los crematorios. Es curiosa la relación de los chicos con la muerte, deambulan por los ghats junto a los muertos, sin miedo.
-¿Recuerda a alguno de sus maestros?
-Por ejemplo, al doctor Robert Svoboda, gran estudioso y el primer occidental que obtuvo un título en medicina ayurvédica. Autor de varios libros que leí con pasión, como Aghora y Ayurveda medicina milenaria. No sólo pude estudiar con él, sino también acompañarlo en sus viajes, en los que daba cursos y conferencias. La vida fue generosa conmigo, me permitió conocer y convivir con personajes que admiraba y que consideraba mis maestros. También tuve el privilegio de conocer a Maharishi Mahesh Yogi.
-¿Cómo era Maharishi?
-Cálido, de una enorme dulzura, siempre con una flor en la mano. De mirada penetrante y a la vez de una gran inocencia, cualidad que él consideraba esencial para el desarrollo espiritual. Lo venía a ver mucha gente de todos los rincones del mundo para escucharlo y ofrecerle colaboración. Cuando estuve en su ashram fue muy deferente conmigo al invitarme a su casa varias veces y permitirme participar en las reuniones. A veces me decía a mí misma, debo estar soñando, porque las cosas se me iban dando muy naturalmente, casi sin esfuerzo. Todo esto, además de hacerme sentir profundamente agradecida, me permitía constatar que mis elecciones coincidían con mi dharma, mi misión en la vida.
-¿Qué puede decir de la India?
-Se vive en medio de grandes contrastes a veces difíciles de soportar: las fragancias más sutiles y delicadas, y los olores más nauseabundos. Los colores más puros y luminosos, y las tonalidades degradadas por la mugre y la humedad. El obsoleto sistema de castas y el acelerado crecimiento tecnológico. La riqueza ostentosa y la pobreza más extrema. Siendo un país sólo un poco más grande que la Argentina, donde nosotros alojamos a 40 millones de habitantes, ellos ubican a 1150 millones. Se hablan 400 lenguas y dialectos, de los cuales sólo 22 están aceptados. Sin embargo tienen una fuerte identidad nacional que los mantiene unidos como nación pese a la variedad de etnias, credos y costumbres. Su cultura está tan fuertemente arraigada que incluso la poderosa influencia occidental globalizadora no parece ganarle a su misticismo. La India nunca nos deja indiferentes: o nos enamoramos de ella o la rechazamos como algo insoportable.
-¿Cómo llega al ayurveda?
-Empecé a buscar alternativas de tratamiento más integrales y menos cargadas de efectos secundarios indeseados, con un enfoque más preventivo. Me dio mucha confianza que esta sabiduría tan antigua tuviera una riqueza tal que 5000 años después de su nacimiento los textos originales sigan teniendo vigencia. A la medicina ayurvédica preventiva se la llama Svasthavrtta, establecerse en los buenos hábitos, y su principio más destacado es que hay que rechazar el exceso en todo momento, disfrutando la medida justa en el momento adecuado. Por eso el concepto de dosis es tan importante: una misma sustancia según su dosis puede ser un remedio, un veneno o un alimento. En el ayurveda no tratamos enfermedades, sino a personas que las padecen y que tienen características particulares. No nos preguntamos tanto qué tiene el paciente sino quién es.
Luis Aubele
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Un abrazote de luz, Mirta
adri