La educación integral al servicio del crecimiento del alma.Síntesis de las enseñanzas de Aurobindo
Este post está dedicado a mis hijos mellizos, a mi marido que vela por una educación integral dentro de la familia y no sólo dentro del marco institucional. A mi familia, la célula original, que dará paso a la transformación en el mundo. A mis maestros, a la educación pública que todavía conservamos en la Argentina a pesar, de tantas dificultades, pero que es una oportunidad para los que menos tienen. A mis padres por enseñarme el placer del conocimiento, a mis venerados ancianos (inmigrantes)que sin educación formal nos dieron la posibilidad de educarnos y aprender. A mis alumnos que siempre despiertan a mis preguntas y sienten este mismo amor por el conocimiento.Al pequeño Luchi que se va con su familia al interior a crear una escuela integral. A Daniel Ferro que me inspiró con su infinita inteligencia integral a escribir este blog del que disfruto enormente . A todos ... GRACIAS por permitir que este espíritu vuele ...
Originalmente poeta y político, no filósofo, Sri Aurobindo dedicó 45 de sus 78 años de vida a la práctica del yoga y concibió una filosofía de afirmación completa, afirmando la realidad del mundo desde el punto de vista supremo y el valor de la acción sociopolítica desde el punto de
vista espiritual. (Chaudhuri, 1972). Tenía plena conciencia de la importancia de las
variaciones en el concepto de hombre, de su vida y destino, de la nación y de la humanidad y
de la vida del género humano, que aparecen reflejadas en las respectivas filosofías de la
educación, y concibió su plan de educación integral enraigado en el “alma en desarrollo de la
India, al servicio de sus necesidades futuras, de la grandeza de su autocreación venidera, de su
espíritu eterno” (Sri Aurobindo en Sen, 1952, pág. 3).
La India, según Sri Aurobindo (1990,pág. 15), siempre ha visto en el ser humano un alma, una porción de la Divinidad envuelta en la mente y el cuerpo, una manifestación consciente en la Naturaleza del ser y el espíritu universales.
En su filosofía de la educación (ibíd., pág. 9), Sri Aurobindo sostenía el principio
básico, pero comúnmente olvidado, de que “es el espíritu, la cuestión viva y palpitante de que tenemos que ocuparnos, y no se trata, pues, de escoger entre el modernismo y la antigüedad, sino entre una civilización importada y las posibilidades mayores de la mente y la naturaleza indias; no entre el presente y el pasado, sino entre el presente y el futuro”. De acuerdo con Sri Aurobindo, al concebir una educación verdadera y viva, hay que tener en cuenta tres cosas:
el ser humano, el individuo en lo que tiene de común con los demás y en su singularidad, la nación o pueblo y la humanidad universal.
A tenor de ello, Aurobindo concebía la educación como un instrumento para que el
espíritu actuara verdaderamente en la mente y el cuerpo de cada cual y de la nación. Concibió
una educación que, en el caso del individuo, tuviese por objeto central el crecimiento del alma y de sus potencias y posibilidades, y que en el caso de la nación, tuviese por primer objetivo la conservación, el fortalecimiento y el enriquecimiento del alma–nación y de su dharma (virtud), y que alzase a ambos, individuo y nación, a las potencias de la vida y a la mente y el alma ascendentes de la humanidad.
En ningún momento perderá de vista el objeto principal del hombre, el despertar y el desarrollo de su ser espiritual (ibíd., pág. 16). Es éste el concepto que inspira la educación integral verdadera y viva.
La integralidad de la educación se concibe como un proceso de crecimiento orgánico y el modo en que se pueden desarrollar e integrar las distintas facultades dependerá de la inclinación, el ritmo de progresión y la ley de desarrollo de cada niño, de su Swabhava (disposición intrínseca) y Swadharma (naturaleza interior). No se concibe la educación integral como yuxtaposición de una serie de materias ni tan siquiera como yuxtaposición de una variedad de facultades. La idea es dar facilidades para diversas facultades y materias y distintas combinaciones de búsquedas de conocimiento, poder, armonía y destreza en obras.
Estas facultades se proporcionan de manera tal que puedan ser utilizadas por cada alumno y
por el profesor con el fin de que se pueda alentar un proceso natural de desarrollo armonioso.
Antahkarna (mente): el instrumento del educador :Según Sri Aurobindo, la mente, o antahkarna, compuesta de cuatro capas, es el instrumento
del educador.
El depósito de impresiones mentales anteriores, la citta, o almacén de la memoria, que debemos diferenciar del acto específico de la memoria, es el cimiento sobre el que descansan las demás capas. La memoria pasiva o citta no necesita adiestramiento, es automática y por naturaleza suficiente para su tarea; ni el más leve objeto de conocimiento que penetra en su campo de aplicación deja de ser aprehendido, colocado e impecablemente conservado en ese admirable receptáculo. Es la memoria activa, una función más elevada pero desarrollada con menos perfección, la que necesita mejora.
La Manas, o mente propiamente dicha, el sexto sentido de la psicología india, es la segunda capa. Tiene por función recibir las imágenes de las cosas traducidas en vista, oído, olfato, gusto y tacto, los cinco sentidos, y traducirlas de nuevo a pensamientos-sensaciones. Por lo tanto, para que no se atrofien ni dañen por falta de uso es crucial emplear correctamente los seis sentidos, adiestrados por el propio niño bajo la dirección del maestro, hasta lograr la exactitud precisa y la sensibilidad fina y sutil de la que son capaces. Además, sea cual sea la asistencia que puedan proporcionar los órganos de acción, debe emplearse a fondo. La mano,por ejemplo, ha de adiestrarse para reproducir lo que el ojo ve y lo que la mente percibe. El
habla, hasta conseguir una expresión perfecta del conocimiento que posee toda la antahkarna.
El verdadero instrumento de la reflexión, la tercera capa, es el intelecto o buddhi.
Ordena y dispone del conocimiento adquirido por las demás partes de la máquina. Por lejos, la parte más importante de las tres mencionadas hasta ahora para la educación, Sri Aurobindo considera que el intelecto está compuesto de distintos grupos de funciones, divisibles en dos clases principales, las funciones y facultades de la mano derecha y las funciones y facultades de la mano izquierda (por sus consecuencias en el contexto de la especialización hemisférica y la educación, ver Raina, 1979).
Las facultades de la mano derecha son globales, creativas y sintéticas; las de la mano izquierda, críticas y analíticas. A la mano derecha pertenecen el juicio, la imaginación, la memoria, la observación; a la izquierda, la comparación y el razonamiento. Las facultades críticas distinguen, comparan, clasifican, generalizan, deducen, infieren y concluyen; son las partes que componen la razón lógica.
Las facultades de la mano derecha engloban, ordenan, juzgan por derecho propio, captan, retienen y manipulan. La mente de la mano derecha es la dueña del conocimiento, la de la mano izquierda su sirviente. La mano izquierda sólo toca el cuerpo del conocimiento, la mano derecha penetra en su alma. La mano izquierda se limita a la verdad establecida, la mano derecha capta lo que aún es difícil de aprehender y de establecer. Ambas son esenciales para la plenitud de la razón humana.
Estas importantes funciones de la máquina deben ser llevadas a su capacidad de trabajo más elevada y refinada para que la educación del niño no sea imperfecta y unilateral (Aurobindo, 1990, pág. 24).
Sri Aurobindo añade que existe otra capa más de facultades que, aun sin haberse desarrollado completamente en el hombre, está alcanzando gradualmente un desarrollo más amplio y una evolución más perfecta.
Conocemos los poderes característicos de este estrato superior del conocimiento principalmente a través de los fenómenos de la genialidad: el discernimiento fuera de lo normal, la percepción intuitiva de la verdad, la inspiración plena del habla, la visión directa del conocimiento hasta el punto de que a menudo constituye una revelación, convirtiendo al sujeto en profeta de la verdad. Estos poderes son poco comunes en su desarrollo más elevado, aunque muchos los poseen de manera imperfecta o a rachas. La razón crítica de la humanidad aún desconfía grandemente de ellos debido a una mezcla de error, capricho y una imaginación sesgada que obstruye y distorsiona su funcionamiento perfecto. Sin embargo, está claro que la humanidad no podría haber alcanzado su estadio actual de no haber sido por la ayuda de estas facultades.
Es una cuestión a la que los educadores todavía no se han enfrentado: qué hacer con este elemento grandioso y desconcertante, el elemento de genialidad en el alumno. El mero instructor hace todo lo posible por desalentar y reprimir el genio; el maestro más liberal lo acoge de buen grado (ibíd., pág. 25).
M.K. Raina (India)
Para leer el texto completo:
http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/archive/publications/ThinkersPdf/aurobins.pdf
Comentarios
Feliz Navidad!
Un placer que estés por aquí!
Un abrazo
Adriana