La naturaleza del miedo según Krishnamurti
Es por el contraste con la atención que se descubre nuestro apego a las interferencias del ego. Ver, en el mejor sentido de la palabra, es liberarse de ello. Este ver pone en juego una acción que ya no se fundamenta en la sola punzante repetición del pensamiento. Esta manera soberana de ir en cada instante a lo más verdadero, no exige - paradójicamente - ni esfuerzo ni voluntad. Ello se cumple de hecho en el olvido del yo, "en el olvido de las palabras". Es a la concentración - percibida aquí como el estrechamiento del campo de la consciencia con fines egocéntricos - lo que el diseño libre es al diseño impuesto:
"Cuando pones realmente atención, no hay una acción fundamentada en la memoria. En cambio, si te concentras, tú haces un esfuerzo, actuando siempre a partir de la memoria, como un tocadiscos repetitivo"
Donde la concentración cierra, la atención abre. La una empobrece, la otra acrecienta. La una quiere circunscribir, la otra busca comprender. La una filtra el mundo a imagen de la persona, la otra no tiene más objeto que su despliegue impersonal. Para Krishnamurti, ver es percibir en el espacio de un instante la verdad de un evento:
"El acto de ver es instantáneo, no es "yo aprenderé a ver". Si tú dices "yo aprenderé", tú ya has introducido el tiempo".
Para que esto pueda surgir, uno no se ejercita. La lucidez no podría ser el fruto de un procedimiento habitual:
"Estar lúcido, observar simplemente tus pensamientos, saber simplemente lo que piensas y sientes, sin condenación, sin defensa, sin justificación. En la lucidez no hay un llegar a ser, sino simplemente observación, una observación silenciosa."
¿Quién podría no hacer oídos sordos a lo más viviente, a lo más verdadero de sí mismo? ¿Quién podría conocerse en la forma más simple y completa?
"Debes tener la capacidad de explorar, no aquella capacidad que se adquiere con el tiempo como el aprendizaje de una técnica, sino esa capacidad que brota cuando estás verdadera y profundamente comprometido, porque descubrir es una cuestión de vida o muerte..."
Quien está atento es como un aprendiz, más allá de toda medida. Es el alumno de la realidad en estado de escucha extrema. Presto a esa "no-saciedad de lo esencial" que evoca Simone Weil. Plenitud fundamentalmente desinteresada - se piensa en el "sin finalidad y sin provecho" del budismo zen o en "la acción sin fruto" predicada por el Bhagavad Guita - tan presente a su objeto que no hay lugar en ella para
un sujeto.
"Ve lo que se produce cuando se observa con todo el ser, con la totalidad de la energía. Verás que en esa intensidad no existe el observador; no hay más que atención. Es la inatención la que separa al observador de la cosa observada."
En Krishnamurti, todo cuestionamiento brota de una lucidez constante de un hecho (estamos atados a las cosas, somos violentos, envidiosos, temerosos, etc.) y no de una idea. Y para comprender este hecho, es necesario observarlo de frente, sin demora ni rodeos, concederle una atención total e instantánea, fuera de toda esa red de fugas y evasiones que hemos tejido:
"Sólo se puede enfrentar un hecho en el presente. Si no se le permite estar presente, porque se huye de él, no se podrá reencontrarlo jamás."
Así - y esto cada uno puede verificarlo - huir del temor no hace más que acrecentarlo. Al contrario, quien está plenamente presente, cara a cara con lo inmediato, no conoce el temor, "Si te entregas a tu propia presencia, no hay lugar para el temor". Este sólo puede surgir cuando interviene el pensamiento. La verdadera inteligencia, según Krishnamurti, no es más que la total liberación del temor.
"Mientras no se esté liberado del temor, se pueden escalar las más altas montañas, inventar toda clase de dioses, igual se vive en las tinieblas."
Uno recuerda la frase apaciguadora que lanza Jesús a los apóstoles sobre el Monte Tabor: "¡ No tengáis miedo !" (Mateo 17, 7). A quien le interroga: "¿ Podré ser liberado del temor ?”, Krishnamurti responde:
"Tú eres el temor; tú y el temor no sois dos cosas separadas. La separación no es más que el temor mismo. Cuando veas que tú eres el temor, que tú y él no son dos cosas distintas, el temor desaparece. Entonces, ya no son necesarias las fórmulas y las creencias, porque no se vive sino con lo que es, y con la verdad de lo que es."
Cambio total, reversión, reflexión. ¿Por qué tengo miedo? Porque el miedo es parte integrante de mí. Si yo soy el miedo, ningún otro yo podría actuar sobre él, negarlo, rehusarlo, reprimirlo, combatirlo... Yo no puedo más que observar, sin proyectos ni prejuicios. "La atención misma que se concede a un problema - insiste Krishnamurti - es la energía que lo resuelve", La intensidad de la observación, anulando la distancia entre
el miedo y el yo, pone fin en el acto a la dualidad. Dicho de otra manera, la energía, concentrada por entero en la observación, deja de nutrir la influencia del miedo. Nace otro movimiento, un no -movimiento por el cual el observador no se experimenta ya como separado de lo observado. A los ojos de aquel que ve, la impresión que nos hace el mundo no es diferente del peregrinaje al interior de sí.
Para Krishnamurti, mientras no tratemos de ver más allá del yo, no podremos encontrar aquello que no tiene principio ni fin.
Comentarios
"Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
"¿Qué recogió ese hombre?" "Recogió un trozo de la Verdad", contestó el diablo. "Ese es muy mal negocio para ti, entonces", dijo su amigo. "Oh, no, en absoluto", replicó el diablo, "voy a dejar que la organice".
Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La Verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede ser organizada; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a lo largo de algún sendero en particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuan imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se torna en algo muerto, cristalizado; se convierte en un credo, una secta, una religión que ha de imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella.
Ustedes no pueden traer la cumbre de la montaña al valle. Si quieren llegar a la cima de la montaña, tienen que atravesar el valle y trepar por las cuestas sin temor a los peligrosos precipicios. Tienen que ascender hacia la Verdad, esta no puede "descender" ni organizarse para ustedes. El interés en las ideas es sostenido principalmente por las organizaciones, pero las organizaciones sólo despiertan el interés desde afuera.
Fragmento del discurso de disolución de la La Orden de la Estrella de Oriente. (2 de Agosto de 1929)
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