La felicidad compartida.


Ayer descubrí que la felicidad ,es un sentir compartido. No hay felicidad solitaria. Aquello que nos alegra, nos nutre y nos anima,es un don que crece al darse.

Qué alegria sentí al compartir una clase de yoga con mi hermana y mis padres, cuánto disfrutamos del hecho de reirnos, estirarnos, jugar sin miedo y relajarnos juntos , en la plena conciencia de sentirnos, VIVOS , más que nunca.


El miedo se disuelve cada vez, que nos revelamos a aceptar las sentecias negativas, que impiden nuestra fe, la confianza en nosotros mismos, una vida que sólo es bella, cuando estás a mi lado.

Qué locura es esta, de crecer sin contacto, sin tocarte, ni mirarte, ni danzar en tus brazos. Me resisto a negar lo humano más humano, nuestra corporalidad.

Ver que Brenda (81 aÑos), Manuel (72 aÑos), pueden vencer sus miedos y mirar al mundo desde otro ángulo , para seguir aprendiendo; es maravilloso.


Este cuerpo vivo, late, siente, a viva voz, la vida plena, hecha movimiento, búsqueda, inocencia..., divinidad hecha de gozo.

Si tan sólo el aire que respiramos ,es una caricia que te estremece el alma, al volverte consciente de tan esperado aliento.

Aunque ahora sufras, por algún tipo de limitación , descubre en el adentro de tu cuerpo, el camino hacia tu propia sensibilidad, para sortear el dolor y poder liberarte desde algún lugar posible, la tensión que acumulamos por distintas causas.

Por eso ,sigo jugando, buscando, investigando, riendo , errando, sin perder tu mirada, sabiendo que estás a mi lado , para seguir soñando.


A mi hermana Romina, por su lucha y por su amor a la vida,a mi familia de sangre y de espíritu, que sigue creciendo hacia una nueva conciencia.

Adriana Paoletta

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