El aprender no tiene fin y ésa es la belleza…, lo sagrado de la vida.J. Krishnamurti
Quiero agradecer a Daniel Herschthal (http://www.fkla.org/)que generosamente me regala estos textos para el despertar .
De manera que juntos vamos a investigarlo, no se trata de que aprendan de mí, ni que consigan algo para llevárselo, porque si hacen eso será una simple acumulación, algo que retienen para luego recordarlo. En lugar de eso, a medida que voy hablando escuchen por favor con todo su ser, con toda su atención, con intensidad, como escucharían algo que amaran de verdad…, si es que alguna vez aman. Porque aquí no están recibiendo ninguna enseñanza, no son discípulos, están aprendiendo un arte…, y quiero decir exactamente eso. Estamos aprendiendo juntos y, por lo tanto, la distinción entre maestro y discípulo ha desaparecido por completo, es una forma de pensar muy inmadura considerar a alguien el maestro que sabe y a uno mismo un ignorante; en esa relación ambas partes no tienen humildad y, por consiguiente, ambos dejan de aprender. Esto no es sólo una expresión verbal o una afirmación pasajera, como podrán verlo por sí mismos si escuchan y no se limitan a buscar orientaciones sobre lo que deben o no hacer, la vida no puede comprenderse a través de una serie de instrucciones; uno debe seguir ciertas instrucciones al utilizar una dinamo, una radio, pero la vida no es una máquina sino algo siempre vivo, que está constantemente renovándose. Así pues, no existe ningún método…, ésa es la belleza del aprender. La mente inmadura, instruida, adiestrado, sólo es capaz de fortalecer la memoria, como sucede en todas las universidades y colegios donde se limitan a cultivar la memoria para aprobar unos exámenes y conseguir un trabajo, eso no es ser inteligente, la inteligencia surge cuando uno está aprendiendo, y el aprender no tiene fin, ésa es la belleza, lo sagrado de la vida.
Cuando observan este mundo de movimiento…, el árbol que crece, el pájaro en vuelo, el río que fluye, las nubes desplazándose, los relámpagos, las máquinas, el venir de las olas que rompen en la orilla…, entonces se darán cuenta, ¿no es así?, que la vida en sí misma es acción, una acción infinita, que no tiene principio ni fin; es algo que está en movimiento constante, es el universo, es Dios, es la dicha perfecta, la verdad. Sin embargo, nosotros reducimos esa acción inmensa de la vida a una pequeña e insignificante acción en nuestra vida y, por eso, preguntamos qué debemos hacer, que libro o sistema debemos seguir. Como ven, nuestras acciones son triviales, mezquinas, limitadas, feas y crueles, ¡por favor, escuchen esto! Saben tan bien como yo que tenemos que vivir en este mundo, que debemos actuar dentro de los límites del tiempo y que de nada sirve decir, “la vida es tan inmensa, dejaré que ella actúe y ella me dirá lo que debo hacer”, porque la vida no nos dirá lo que debemos hacer. Por tanto, es necesario que investiguemos este extraño fenómeno del por qué la mente limita esa acción que es infinita, sin limites, profunda, a la vulgaridad de cómo conseguir trabajo, de cómo llegar a ser ministro, de si tener o no relaciones sexuales..., ya conocen todas las pequeñas e insignificantes luchas de la vida; constantemente limitamos este enorme movimiento de la vida a una acción que la sociedad acepte y le parezca respetable. Se dan cuenta de esto, señores, ¿no?..., ven esa acción que es aceptada, que está dentro del campo del tiempo, y esa otra acción que no aceptamos y que es el movimiento eterno de la vida.
Ahora bien, la pregunta siguiente es, ¿puedo vivir en este mundo, hacer mi trabajo, etcétera, con esa sensación profunda de una acción ilimitada o debido a mi mente mezquina, limitaré la acción a moverse sólo dentro del campo de la aceptación, dentro del campo del tiempo? ¿Lo estoy expresando con claridad?
Si me permiten lo plantearé de forma diferente. El amor no es algo que puede medirse en términos de acción, ¿verdad?, no sé si alguna vez lo han pensado. En ese momento ustedes y yo estamos hablándolo juntos, cara a cara, ambos estamos interesados y queremos descubrirlo. Todos sabemos lo que es esa sensación de belleza, de amor ─nos referimos al amor en sí mismo, no a la descripción o explicación verbal del amor, la palabra amor no es amor, y aunque la mente intelectual lo divida en amor profano, sagrado o divino, todo eso no tiene sentido alguno─, pero la belleza de esa sensación no puede expresarse con palabras ni la mente puede reconocerlo…, sabemos lo que eso es, realmente es algo de lo más extraordinario en donde no existe la noción de que sea 'algo' separado, sólo existe esta sensación, el observador está ausente; no es que uno sienta amor y lo manifieste tomando la mano del otro o actuando de este o de aquel modo, está ahí. Si alguna vez han tenido ese sentimiento, si lo han vivido alguna vez, si lo han comprendido, experimentado, nutrido, si lo han sentido completamente con todo su ser, sabrán que con ese sentimiento uno puede vivir en este mundo; por consiguiente educará a sus hijos de forma admirable, porque ese sentimiento será el centro de la acción, aunque funcione en el campo del ámbito del tiempo, pero si no tenemos ese sentimiento con su gran inmensidad, su pasión, su fuerza, limitamos el amor a un simple “te amo” y sólo actuamos en el ámbito del tiempo intentando atraer la mirada de la otra persona.
Como ven ese es el problema. El amor no tiene medida, es algo que la mente no puede producir, no puede cultivar, no es sentimental, no tiene nada que ver con lo emocional, ni con las buenas obras…, con la reforma del pueblo y todo eso. Cuando uno tiene ese sentimiento todo en la vida es importante, tiene sentido, de modo que uno hará el bien, pero si no conoce esa belleza, esa profundidad, esa fuerza que tiene, entonces reducirá el amor a algo que la mente capturará y lo convertirá en respetable. Lo mismo sucede con la acción, que ahora estamos tratando de comprender.
La acción es un movimiento infinito, no tiene principio ni fin, no está limitado por la causa y el efecto; la acción es todo…, la acción del mar, de la semilla de mango que se convierte en árbol, etcétera; sin embargo, la mente humana no es una semilla y, por eso, mediante su acción sólo se convierte en una reproducción modificada de lo que era. Las circunstancias ejercen una presión constante en nuestras vidas y, aunque esas circunstancias estén siempre cambiando, moldean en todo momento nuestras vidas, lo que era ya no es, lo que es puede dejar de ser, por tanto, ¿es posible percibir, sentir esta inmensa acción de la vida que abarca desde el movimiento de la pequeña lombriz en la tierra hasta la expansión de los cielos infinitos? Si realmente quieren saber qué es este algo extraordinario, esa acción, deben investigar y profundizar en ese impedimento que es la acción dentro el tiempo, entonces sabrán lo que es y con ese sentimiento podrán actuar, podrán ir al trabajo y hacer todas las cosas conocidas en el campo del tiempo; pero desde estas cosas que pertenecen al campo del tiempo no pueden encontrar lo otro, hagan uno lo que hagan, a través de lo pequeño nunca podrán encontrar lo inconmensurable.
Si por una sola vez vieran la verdad de esto…, de que una mente que funciona dentro del campo del tiempo jamás podrá comprender lo eterno, eso que está fuera del tiempo…, si realmente lo vieran, lo sintieran, se darían cuenta de que una mente que especula acerca del amor y lo divide en carnal, profano, divino o sagrado, nunca puede descubrir lo otro; mientras que si son capaces de sentir esta acción asombrosa…, el movimiento de las estrellas, de los bosques, de los ríos, del océano, el comportamiento de los animales y de los seres humanos…, si pueden sentir la belleza de una hoja tierna en primavera, la lluvia en su descenso de los cielos, entonces, con ese sentimiento inmenso podrán actuar dentro del campo de lo conocido, dentro del campo del tiempo; pero la acción que pertenece al campo del tiempo nunca puede conducir a lo otro. Si de verdad comprenden esto, no verbal o intelectualmente, si de verdad captan su significado, si sienten y perciben su extraordinaria belleza y esplendor, verán que la voluntad no interviene en nada de todo esto. Cualquier acción que surge de la voluntad es esencialmente egoísta, egocéntrica, pero esa acción termina si uno la comprende por completo, si realmente siente que se mueve con ella y pone toda su mente. Entonces verá que la voluntad en ninguna de sus formas es necesaria, porque existe un movimiento completamente distinto, verá que la voluntad sólo es un pedazo de cuerda con nudos y que es posible deshacerlos. Esa voluntad puede eliminarse, pero lo otro ni se puede eliminarse, ni puede aumentarse o disminuirse.
Así pues, si están escuchando y aprendiendo con todo su ser, lo cual significa sintiendo profundamente, no escuchando sólo las palabras intelectualmente, entonces sentirán el extraordinario movimiento del aprender, de Dios…, no el dios hecho por la mano o la mente, ni el dios del templo, de la mezquita o de la iglesia, sino ese algo infinito e inconmensurable, lo eterno. Entonces verán que es posible vivir en este mundo con una paz asombrosa, que no existe tal cosa como la tentación, como la virtud, porque la virtud es simplemente una cuestión social. El hombre que comprende todo esto, que lo vive, tiene orden y calma interna, su acción es del todo diferente, es mucho más efectiva, más simple y más clara, porque internamente no hay confusión ni contradicción.
Una mente que depende de conclusiones nunca es humilde. Si uno aprende algo tiene que cargar con el peso de ese conocimiento, pero si hay un estar aprendiendo, eso no representa carga alguna y, por tanto, uno puede subir hasta la cima de la montaña. Como dos seres humanos, usted y yo, hemos hablado de algo que no pueden captar las palabras, sin embargo, al escucharnos mutuamente, al investigar, al comprender, hemos encontrado algo extraordinario, algo inagotable, mientras que esa vida que el 'yo' reduce y se aferra es perecedera; de modo que si uno es capaz de ver esa vida extraordinaria desde principio a fin, si ha profundizado, si lo ha sentido, si ha bebido de su fuente, entonces puede vivir la vida diaria perfectamente con lo nuevo, puede realmente vivir. El hombre respetable no vive, está muerto; y la muerte no puede invitar esa cosa que es la vida, la vida es para vivirla y olvidar…, porque no hay un 'yo' que recuerde lo que se vive durante la vida. Únicamente cuando la mente está en ese estado de completa humildad, cuando no tiene ninguna meta para su pequeña existencia, cuando no se mueve de un punto a otro, de experiencia en experiencia, de conocimiento en conocimiento…, sólo esa mente que realmente, completamente, de verdad no busca, conoce el infinito principio y final de la existencia.
Bombay, Segunda charla, 30 de noviembre de 1958
Obras completas, Tomo XI
Posdata: Este post es un regalo de cumpleaños para mi alumna Malala,la eterna buscadora del infinito. Felíz nacimiento Mali, ya que si estamos alerta, con cada cumpleaños nacemos cada vez más profundamente a ESTA VIDA.
Te quiero profundamente!
Adriana
Comentarios
Gracias por estar, y por tus detalles de Reina.
Un abrazo, de una-ya vieja- alumna.Ja!
Cariños profundos.
Mala.
Qué disfrutes de tu día, preciosa acompañada de tus afectos más preciados.
Besos de globos
Adri
así es querido amigo , más ,te diría que mi lugar predilecto para meditar es debajo de un árbol, con la brisa soplando y las hojas hablándome con su sonido tan particular.
Em esos momentos TODO ME ES ENTREGADO PARA SABOREAR y ninguna pregunta surge.
Saludos y gracias por tu compañia
Adriana